lunes, 14 de noviembre de 2011

Sylice en la tierra del horror

Lo sé después de tantos años por fin vengo a publicar algo por acá a soy patetico y lo soy, pero ultimamente he estado demasiado ocupado con la escuela que apenas he tenido tiempo para algunas cosas, en verdad lo siento a los pocos que pueden estar siguiendo esta pagina, ya se acerca un mes desde que inicie la pagina y vendre con una mega actucalizacion se los aseguro, les dare mas detalles en el trancurso de esta semana y la que viene
Sylice en la tierra del Horror
ShySilentTragedy



Titulo original: Sylice in Horrorland
Escirto por:ShySilentTragedy
Publicado en: fictionpress
Género: Horror
Traducido y adaptado por: Tsukasa Tsukino
Publicado en: Muratsuki 村月
Año: 2011
Esta es una historia original escrita en el idioma inglés por ShySilentTragedy en Fictionpress dentro del género de horror la cual fue traducida y adaptada al español por Tsukasa Tsukino para Muratsuki. No contamos con Copyright, pero te pedimos de favor que no plagies la historia así como tampoco robes la traducción ya que esta se ha hecho con  los previos permisos dados por el autor el cual nos pidió de favor que no se plagiara su obra así como él nosotros también pedimos que no plagies nuestro trabajo de traducción.
No hacemos este trabajo para obtener algo monetariamente sólo lo hacemos por el hecho de promover la literatura y cultura de otros países, no permitiendo que esta se pierda. Los integrantes de Muratsuki esperamos de todo corazón que disfrutes de las historias que se trabajan bajo nuestro sello.
Se despide de ustedes Tsukasa Tsukino creador del grupo Muratsuki.
 
Sylice en la tierra del horror

La respiración, el jadeo y el llanto por el miedo estaban pasando todos por mis fríos labios. Nunca debería haber dejado mi hogar.  Nunca habría venido a ésta tierra del horror si habría sabido que me arrepentiría de mis decisiones, no tendría que correr y esconderme para permanecer con vida. ¡Ahí viene! Lo escucho. No hay donde esconderme.

“Sylice te dije que no rompieras mi jarrón, ¡te lo advertí!” Su padre llenó de furia el pequeño cuarto.
“No fui yo” Las lágrimas se desbordaban por debajo de sus pálidas mejillas, porque él la había golpeado una vez más;  su negro cabello que cubría su rostro mientras su cuerpo pequeño y delgado temblaba. 
“Ve a tu cuarto, ¡Ahora!” Gritando tan fuerte que pensó que el cuarto se sacudió por la profunda voz.
Rápidamente fue a su habitación y azotó su puerta, las lágrimas se vertían de sus deslumbrantes ojos azules mientras frotaba suavemente su mejilla enrojecida, no era nada nuevo y lo que más le sorprendió fue que no fue víctima de maltratos. Desde que su madre murió, su padre se volvió muy violento. Su rostro grande y redondo ahora parecía muy cruel  y su cuerpo creció más que lo habitual. Mantuvo su peludo y negro cabello desordenado, vestía ropas desgastadas. Ella no podía manejar más ésta vida.
Se quedó en su habitación todo el día, como siempre. Finalmente era de noche y la luz de la luna llenó su oscuro y sombrío cuarto. Dormir era la única forma que tenía para escapar de su padre como bien era el hecho de que no tenía amigos porque no asiste a la escuela, después de un rato de estar acostada en su cama cayó en un profundo sueño.
Sylice tenía un sueño familiar, pero no cualquier sueño, tenía el mismo sueño desde que su madre murió, pensó que era normal y no habló de esto con nadie. Sabía que su padre diría que estaba loca y que está cansado de que le sofoque. Pero ésta vez el sueño era un poco diferente. Esta vez un conejo silvestre albino con ojos penetrantes de color rojo, saltó frente a ella mostrándole el camino a un inmenso bosque triste. Sylice pensó que sería mejor estar ahí que en su casa.
“Sylice, Sylice despierta” le susurró una voz mortal en su oído.
Un fuerte rasguño sonó en sus oídos de algo fuerte rozando la ventana de su dormitorio. Cerca de caer de su cama, se levantó para ver que sonido era. Lo que la atemorizó fue el hecho de que no había árboles o animales cerca de los que pudieran hacer esos ruidos.
Lentamente, se levantó de su cama y caminó hacia su ventana, el enorme jardín no mostró nada más que campillo, árboles y un cielo obscuro. Colocando su cara contra el frio vidrio para que lograra ver mejor, de repente dos ojos rojos se mostraron entre los árboles. Sylice saltó lejos de la ventana y jadeó. Los ojos poco a poco se acercaban y Sylice estaba helada del miedo.
“¿Un conejo?” No sabía si estaba asustada o aliviada.
“Sylice, sigue al conejo…” la voz fluyó en su habitación como un desagradable coro.
 Asustada de lo que la voz podría hacerle si desobedecía, se puso sus zapatos y su chaqueta. Así que para no despertar a su papá, lentamente abrió su ventana y saltó hacia afuera adentrándose a la oscuridad. El conejo esperó, donde mantenía unos ojos rojos brillando como pequeñas flamas. Volteó hacia su ventana.
No había nadie más en su patio, más que el conejo.
“No le pagan la mente a el Gato Cheshire, Sylice. Sigue al conejo ahora.” Dijo la voz impaciente.
“¿Quién eres? ¿Dónde estás?” se volvió hacia los alrededores tratando de encontrar la fuente de la voz.
“Querida, soy sólo una pequeña oruga, ¡Ahora haz lo que te digo y sigue al conejo!” la voz gritó y de repente apareció en una fría tierra cubierta de hierbas.
Temerosa y nerviosa obedeció a la voz. Se dirigió rápidamente hacia el animal. Simplemente la miró y empezó a rebotar en el bosque lleno de árboles. Silenciosamente lo siguió, un poco preocupada de lo que podría esperarle. Pero como si el animal la hubiera escuchado o algo así, comenzó a saltar rápidamente por delante de los árboles. Sylice corrió después del conejo saltando árboles y rocas.
“¡Sylice viniste, pero ahora debes correr! ¡No te detengas ni mires hacia atrás! ¡Él viene Sylice!” La voz entró en pánico y le ordenó.
Atemorizada por lo que la estaba siguiendo, corrió más y más rápido. El conejo rápidamente volteó y saltó lejos antes de que pudiera alcanzarle. Estaba perdida en la profundidad del bosque, del enorme bosque y no sabía qué hacer. Jadeando corrió un poco más y encontró un enorme árbol. Precipitadamente, intentó bajar dentro del agujero, pero su pie resbaló y cayó. A su pie le salió una llaga y no se pudo mover para nada.
“¡Sylice corre, apresúrate! ¡Si el loco te atrapa se habrá terminado! ¡Corre!” La voz le gritaba para que siguiera corriendo.
¡No puedo! ¡No me puedo mover! ¡Mi pie está lastimado! ¿Qué hago? Sylice lloró en la profunda noche.
Oh… Sylice, querida debiste quedarte en tu casa. Ahora tu hora ha llegado. Era una chirriante voz que se acercaba llamándola enviándole escalofríos por toda su espalda.
Usó toda su fuerza para escalar fuera del agujero del árbol. Su ropa deshilachada y sólo pudo arrastrar su pie por el suelo. Trató de correr, pero sólo cayó una y otra vez, sólo mantuvo un ritmo a lo más rápido que pudo. Su corazón latiendo y su pie doliéndole estaba cerca de rendirse. Los pasos se oían cada vez más cerca.
Sylice ¡Ahí voy! Una risa helada sonó a través de los árboles.
La respiración, el jadeo y el llanto por el miedo estaban pasando todos por mis fríos labios. Nunca debería haber dejado mi hogar.  Nunca habría venido a esta tierra del horror si habría sabido que me arrepentiría de mis decisiones, no tendría que correr y esconderme para permanecer con vida. ¡Ahí viene! Lo escucho. No hay donde esconderme.
Un hombre alto apareció delante de ella y lo único que vio fue una sonrisa maliciosa y un sombrero viejo. Su abrigo que cayó al suelo volaba en la brisa. El dio una mirada a Sylice y rió sombríamente.
“Es el fin querida” Sus palabras le dieron terror que era lo único que podía sentir.
“¡No, estaré bien!” Las lágrimas cayeron de sus ojos desbordantes.
Lentamente alcanzó dentro de la bolsa de su abrigo una larga y filosa navaja que brillaba en la suave luz de la luna. Su propia vida que no estaba en sus manos, pero si en las de él. Levantó la navaja alta en el cielo como un depredador listo para cavar con su presa. Sus ojos no perdían la concentración de su cuerpo cuando trajo la navaja abajo dejándola entrar perforando y mordiendo a través de su ropa, pasando su piel y su hueso, entrando en su corazón latiente. Su maliciosa burla nunca dejo sus taciturnos labios una vez que hizo su acto, cautelosamente removió el arma de su frágil cuerpo, la sangre se filtró debajo de su espantosa herida dejando su ropa hasta caer al suelo como un frio vaso de vino nuevo servido de su botella. Sylice cayó en picada al suelo, su sangre drenaba de ella rápidamente, su corazón perdió rápidamente sus latidos y su vida se convirtió en un espelúznate recuerdo.
Pobre Sylice nunca debió haber dejado su casa. Era más seguro en su obscuro cuarto. Recuerda siempre quedarte en casa cuando está obscuro y nunca escuches a las voces. No querrás terminar como Sylice ¿O sí?

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